He de referirme a lo áureo, al vientre de la vid,
los frutos de la vendimia de otoño.
He de mencionar al paisaje que perece sobre la ménade,
agitando su pecho de libélulas y compases sordos.
He de relatar la historia del aljibe de Lesbos,
perenne iluminación de coronas de flores,
la lira en la vertiente de lo arcaico.
En todo mar que de invierno nos salpica
he de nombrarme.
He ya de ser la más antigua herida en el cuerpo del caído,
yaciente en mi orilla más fría,
de edades y de espejos caminada,
de desastres y de ámbar recorrida.



Berenice
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