El temible hombre del teatro - Parte I



















"Ven aquí", dijo el temible hombre del teatro.
No, no quiero. No voy a seguir tus juegos.

Érase una vez una cabaña desecha, construída entre los verdes bosques de la playa del mal. Aquella cabaña tenía vestigios de tristeza. Lloraba las penas de quiénes vivieron infelicidades allí. Contaba historias de despojo y crueldad, sin dejar rastros de la escena infernal.

Aquí, allá, la frase final. La llama que empezó a quemar. Qué quemo? La cabaña, claro.
Quién vivía en ella? El temible hombre del teatro. Aquel individuo, el gestor de la infidelidad hacia el bien. El amante del mal. El pecador carnal.

"Vengo a arrancar tu carne, vengo a destrozar tus ojos".
Aléjate de mi, hombre perverso.

En aquella cabaña permanecía olvidada una enorme cadena de oro sujeta a la pared. A modo de cuadro, adornaba aquel tétrico lugar. Contrastaban la triste realidad de una casa abandonada, con la lujuria brillante de la cadena adornante.

El hombre se fugó de la cabaña cuando fue descubierto. A dónde fue? Al teatro. Allí comenzo con su plan. Qué plan? Su plan...

Vista nublada que no deja ver el intenso rojo que brota de la herida mortal.
"Jah jah jah", la risa que anuncia el acto final.
El acto final... Se acerca... El acto final.