Y 30 años más tarde el forro se da cuenta que lo único que lo hacía feliz era el sonido extenuante de los porotos cuando caen al agua sucia del retrete. Como si un poroto pudiese salvarte la vida de un segundo en dos años. Y si por las dudas te queda alguna, avisame que me entero de los más profundos deseos del escarabajo parlanchín. Y si por 30 años no supiste la verdad, no te culpo, te asesino. Y las melodías vuelven a mi cuando recorría el pasado que sirve para el presente. Que no reconstruye. Y vuelve una y otra vez. Y los porotos siguen cayendo al agua sucia. Pero no te des por vencido que ni el yogur lo está. No te des por acabado, no todavía, que no logro acabar. Vos seguí adelante, que mientras los yogures no se venzan y el precoz no acabe, vos podés lograr descubrir que la vida no es más que un montón de porotos en fila esperando caer. Y que ni un montón de faltas de ortografía valen la pena. Que no se puede discutir por un simple desencuentro amoroso. Que tu nombre sale del inconsciente para recorrerme en mi consciente mientras me acaricio en la ducha pensando en vos.
Bárbara: http://velvet-light.blogspot.com