Ecos
Azotada por las revoluciones de la pena,
las ninfas húmedas detrás del valle
añoran su menarca.
Presa y verdugo del placer que le produce
SER, sin doblegar el sentido.
Sean tu s pasiones libres de los días
que agusanan toda la carne cotidiana.
Sea la violencia peto y pertrecho
de tus vergonzosas lágrimas.
Sean tus palabras suficientes,
mas que necesarias, para cumplir
aquello que el estro habla
silente, y a escondidas,
por las noches-madrugadas.
Sea la misma especie
la que escucha y la que habla.
Sea este un reflejo de la belleza
uterina que oculta y carga.
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